CAPITULO VII
Que tu corazón y tu mente se unifiquen a través del vacío, para que de allí fluya la respuesta, y en tu forma la expreses, que tu alma viaje en el cosmos, y que conozca todas as formas, y que se interne en si misma, y conozca la no-forma. Para que cuando vuelvas aquí y a tu ahora, observes la vida como algo transitorio, pero algo ¿tan importante para ti…! Como que eres parte y participas del Todo. Y ahora, participa en armonía, y lleva la paz en tu mundo, y lleva la paz al mundo. Y confía en El, que sabe el porque de cada parte de ti, que sabe el que la vida es y porque existes en ella.
Ya deja de agobiarte tratando de, con tu mente, descubrir lo que para ti es un misterio. No hay misterio, el velo se descorre cuando tu quieras fundirte en El, fundirte en la Nada, en la no-existencia de tu ser. Allí toda incógnita se disuelve, mas si en este momento no eres capaz de hacerlo, no te agobies buscando una respuesta.
Jamás forces a alguien a que crea lo que tu crees, jamás trates de obligar a nadie a compartir lo que a ti te da plenitud, y regocijo, pues por mas maravilloso y rico que sea el alimento que a ti te nutre, no puede ser apreciado por una persona si se siente obligada a ingerirlo.
Si te aferras a tu ego, a tu personalidad, a lo que crees que es tu riqueza, a tus pasiones, a tus talentos personales….entonces no puedes descubrir tú Yo Divino, que es tu verdadero Tesoro.
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